No pensé que
volvería a participar en un concurso literario después de aquella experiencia
de concurso de barrio hace un par de años. Pero ocurrió. Volvía a
ser algo como hecho para mí: un concurso de poemas organizado por la guardería
de mi infancia, donde sólo podían participar “niños que hubiesen asistido a la
guardería Cuchi Cuchi en el año 198…” Aquel era mi curso y los asistentes, sólo
cinco niños más. Mi madre trabajaba cuidándonos en casa, pero decía que yo no
le dejaba ver Falcon Crest (lo único que le motivaba a vivir en aquel entonces,
rodeada de hijos sin saber ni de dónde habían salido).
En
Cuchi Cuchi me
enseñaron a beber de la taza, coger la cuchara y comer solita sin macharme, e
incluso cambiarme el pañal. Prácticamente salí criada y, al parecer, en
aquel concurso, buscaban textos que hablasen de aquella experiencia, como bebé
que alcanza la autonomía y está listo para pasar al jardín de infancia.
Revisé
bien las bases y pedían cosas muy concretas: que tuviese, como máximo, tres
versos y como mínimo dos; que tuviese, como mínimo, doce palabras y como máximo
treinta; que no dijese porquerías; que contuviese todas las vocales… y otra
serie de chorradas que se me cansan los dedos de escribir.
Seleccionando volúmenes de la enciclopedia para escribir el poema de tres versos |
Esperé
nueve meses y medio (teniendo en cuenta que éramos, como mucho, seis
concursantes) y finalmente un domingo a las seis de la tarde miro por
casualidad el correo electrónico y leo: deberán acudir a la entrega de
premios del concurso bla bla bla esta misma tarde a las seis y media en el colmado
de al lado de la guardería bla bla bla si el ganador no se presenta, el premio,
aún no revelado, pasará a ser propiedad de la guardería.
Me levanté de un salto y desperecé
al Pipas, que había venido de Mirroque a verme aquel fin de semana, y bajamos a
toda prisa por la escalera, donde nos encontramos a Paqui, mi vecina, que se
ofreció a hacer de taxista. Atravesando los barrios del centro, saltándonos a
la torera las restricciones, nos encontramos con dos manifestaciones: una
contra el cambio climático y otra a favor de continuar destrozando el planeta
para demostrar que sobreviviremos gracias a aparatos estilo buzo que podremos
llevar los humanos para respirar y con los que seguiremos viviendo aunque haya
desaparecido el ecosistema por completo. Nos entró la risa floja y la llorera
en el coche, en parte por los modelitos de la gente, que cada día son más feos,
en parte por la incongruencia social y el circo en general, en parte porque
íbamos a llegar tarde y perdería la jugosa recompensa. El premio sólo podía ser
mío.
Mina Patuco, el Pipas y un autoestopista que recogieron en la manifestación, en la parte trasera del Renault 5, presos de una nebulosa de idiotez generalizada |
Debo
dejar el desenlace de esta historia para el próximo post, ya que éste sobrepasa
la longitud máxima habitual, pero os aseguro que no decepcionará, en absoluto.
Siempre lo mismo, Mina Patuco! Esto me recuerda al otro concurso, te lo ganó Sánchez Dragó, o uno que se parecía a él. Por favor, revela el dictamen del jurado. Q. Rioso
ResponderEliminarBuenas tardes, me llamo Chupaku (madre japonesa, padre español) y soy amigo del Rey. No puedo revelar si es el Rey de España, de Francia, o si es Bárbara Rey, sin embargo, tengo un mensaje de su parte para Gavilán Palomo: "L y yo os leemos algunas noches en la sobremesa de la cena. Nos reímos tanto que perdemos el control y tenemos que echar al servicio porque no es plan de que nos vean así. Felicidades, Mina Patuco, haré lo posible para que Gavilán siga en el anonimato, ya que si no, comenzaríais a parodiarnos como todos".
ResponderEliminarInsisto: no puedo revelar de qué Rey se trata. Atte. Chupaku Lazos
Buenos días, la historia del concurso me resbala, la verdad. Llevo rabiosa desde hace años, cuando cerraron los multicines de Bravo Murillo. Solía ver cine gratis por un ventanuco que había cavado desde mi habitación. No pararé de exigir responsabilidades hasta que los reabran. Curra Biosa
ResponderEliminarSoy actor de Hollywood y famoso, no digo más, y entiendo al tal Rey (sea Bárbara o Felipe VI) porque en una ocasión me oriné en la metro (la Metro Goldwyn Mayer) gracias a uno de vuestros posts. P.P. (leído en inglés)
ResponderEliminarMe juego una casa que tengo en Campo de Criptana a que Mina Patuco ganó -al fin- el concurso literario del que habla. El apostante deberá jugarse un piso en Benidorm, para estar igualados. Verdelis Tilla
ResponderEliminarSoy payaso y trabajo en el Congreso de los Diputados regalando sonrisas. La cursilada la inventaron unos primos míos que trabajaban allí. Estos días tengo trabajo para rato, hay rostros que por más que les pellizco las mejillas, no hay quien los anime. He llegado a proyectarles cine de Benny Hill y ni por esas. Lo bueno es que yo cobro igual. Os quiere: Papá Yasete
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