"Espinete, ¿te vienes a la panadería de Chema?"
Don Pimpón, 1985


8/07/2016

Gavilán ataca de nuevo: La presentación

Tuve que tragarme el orgullo y acudir a mi Antigua jefa, Joe Wang, de la clínica podológica, para pedirle que me dejase su local de 5 metros cuadrados para hacer la presentación de Gavilán Palomo, la Novela.
Lo primero que me chocó es que después de haber trabajado para ella durante cuatro años, limándole los callos a las viejas del barrio, no se acordase de mí. Cuando le expliqué que había sido su empleada ilegal más duradera me dijo sin miramiento que si quería volver a trabajar allí tendría que hacer prácticas durante los dos primeros años, porque así lo decía el nuevo convenio de los contratos ilegales.
Le paré los pies y le dije que me había propuesto ser una escritora famosa de la noche a la mañana, y que necesitaba su local de 10 a 12 de la noche un sábado para presentar la novela. Joe me miró por un segundo mientras le serraba el callo al portero del 19. “Vale” me dijo sin más. Quizás recordó de pronto la cantidad de pies repelentes que saneé en aquella cueva clandestina.
La presentación estaba programada, el público convocado, los pinchos de salami y el vino en brick preparados. El sábado a las 9.45 Joe Wang me dejó la llave, y en ese cuarto de hora China y yo limpiamos el lugar de callosidades y porciones de pie, y logramos envolver el decorado con papel pinocho azul que hacía una doble función: por un lado, ocultar las herramientas antidurezas más insospechadas y, por otro, evocar el mar, escenario permanente en mi novela. Negri quiso colaborar y se plantó uno de esos trajes de cerillera de cabaret con cofia, con una bandejita llena de ejemplares que vendería al personal  mientras yo daba un pequeño discurso sobre Mirroque de Mar y su background como pueblo bohemio del Levante.
La cara de incomprensión del
pequeño Rafael Walterson,
uno de los invitados a la
presentación, al leer que ésta
se pospondría hasta septiembre
Cuando andaba ensayando mi discursito sin fundamento, se escucharon unas palmadas desde el fondo (a 25 centímetros de mí) de la sala. Un foco que salía del fijador de mechas me apuntaba a la cara y no me dejaba ver la silueta de la que procedía el sonido. “Todo eso está muy bien, Mina Patuco, pero deberías contarles quién tuvo el valor de ponerse en manos del Mago Carrasco, o quién  aguantó la visita de aquellos americanotes en su habitación…” Sus palabras resonaron en mi cabeza como el renacer de una pesadilla olvidada. “¡Loreto!” exclamé apretándome las sienes deslumbrada, “Loreto, ¿eres tú?” Negri consiguió apagar el foco, pero para entonces ya era tarde. En lugar de Gavilán, había unas cuartillas fotocopiadas con la siguiente información:
“LA PRESENTACIÓN DE GAVILÁN PALOMO, LA NOVELA, TENDRÁ LUGAR FINALMENTE EN SEPTIEMBRE. LARGO DE AQUÍ”.
Observamos que el escaparate estaba forrado con aquellas cuartillas, y que nadie había esperando fuera. No pude creerlo. Gavilán me la jugaba de nuevo, y esta vez había actuado a su conveniencia. ¿Habría algún motivo para que quisiera que la presentación se celebrase en septiembre? ¿Tendría algo preparado? ¿Iría tal vez a hacer uno de sus numeritos de claqué improvisado?

China, Negri y yo aprovechamos lo que quedaba de la velada para hacernos los pies.