"Espinete, ¿te vienes a la panadería de Chema?"
Don Pimpón, 1985


12/09/2014

CARTELERA CULTURAL: PICNIC POR HUEVOS

Título: Picnic por huevos
Género: Thriller apoteósico sobre la pubertad
Duración: 6 horas de tiempo real, hasta que se hace de noche
Director: Pepe de Sevilla (basado en sus vivencias veraniles)
Actores: Wilhem Aronso, Gemeliers, Charlot Marrinée, Aran Zazú, Ana Meg, Mary A. Scan, Clarissa M. Scan, Amelia Abril, White Grajeas, Mary A. Grajeas, Rebel Mira, Juano Rerro, Pat Lowel, Mary A. Montes, Hanna Montes. Creo que no falta nadie.
Actores secundarios: Georgee Moto, Pepe de Sevilla, Tony Courtis JR, Rebecca.

Un grupo de quinceañeros que veranean en Tigretón de la Rivera  decide montar una pandilla en el año 1994, inspirados por Verano Azul. Las chicas son pocas y con un pavo exagerado, los chicos son numerosos y su única diversión, aparte de interpretar canciones de Metallica y Gun’s’n’Roses en la guitarra y quejarse de la vida en general, es hablar una y otra vez de los golpes humorísticos de la película La Vida de Brian. 
Wilhem a día de hoy,
en su trabajo como pintor
de brocha gorda
En este confuso contexto, las chicas son invitadas a un picnic en casa de la tía abuela de Wilhem, uno de los chicos, que además, está plagado de pecas. Mientras todos beben ponche sentados a la fresca de la piscina, Wilhem, preocupado por el poco interés que muestran las mozas sobre las finezas del film de los Monty Python, se acerca y se acuclilla frente a ellas con su mejor intención. Lo que ocurre a partir de entonces es lo que convierte este film en un thriler psicológico. La cámara toma el puesto de los ojos de cada una de las chicas, quienes simulan no ver nada de lo que tienen ante sí: maracas y chistorra venezolana, en una cantidad que hasta ahora no era ni imaginada por ellas. Wilhem, muy seguro de sí mismo, se esfuerza por hacerles entender dónde está la gracia de cada uno de los chistes. Sin embargo ellas, con la tensión descompensada, tratan de que no se note el estado de estupefacción y sopor ante la panorámica que se les presenta, y fingen asentir cuando en realidad querrían decir “aparta eso de mi vista”, “ponte una redecilla en el bañador”, o “¿quieres cita en la depilación?

Muy angustiosa y frustrante, esta película alarga el momento de angustia máxima hasta que al fin, se hace de noche y la visión feroz del package al fresco se difumina en la oscuridad. 

La clave de la película radica en la frase de uno de los chicos de la pandilla, Gemeliers I, quien le dice a su gemelo antes de saber si las chicas se animarán a venir o no al picnic: "tienen que venir POR HUEVOS". Esta frase cubre de tintes premonitorios lo que está a punto de pasar. 

8/27/2014

CARTELERA CULTURAL- ENCERRADA

Título: ENCERRADA
Género: Thriller pasivo de acción final
Duración: 62 minutos + 14 minutos previos de introducción (monólogo del director Delfín González sobre sus recuerdos en el dentista)
Director: Delfín González y Tee Burón
Actores: Cameron Perez, Justicia Dominguez, Fanny Nieto
Actores secundarios: Peret, Jordi Hurtado

El nuevo thriller oficinesco que está conquistando las pantallas de todo el mundo y parte de Portugal.
Ron Parker, compañero de la oficina que se pinta los labios
con saña y a veces anda a cuatro patas, y del que sin
embargo, nunca nadie sospechó nada raro
Caléndula, una mujer de nombre un tanto inverosímil, pero que al fin y al cabo había llevado una vida normal, comienza a comportarse de forma diferente en la oficina: cierra la puerta de su despacho silenciosamente cuando nadie lo percibe y se desapunta de los desayunos con las compañeras en la cocina de la planta 3. El resto del personal está preocupado, e irrumpen repentinamente en su oficina cada dos por tres, fingiendo que se les han acabado las grapas o preguntándole si tiene un Alka-seltzer para cotillear. Pero no hay nada anodino: Caléndula trabaja frente a su pantalla, responde llamadas, e incluso se muestra relajada como nunca. Lindsey, la secretaria italiana, llega a cotillear su whatsapp, pero para su sorpresa  la vida de Caléndula es la de siempre: mensajes apasionados con su novio, broncas habituales con su hermano, fotos de su panadero y  quedadas con su amiga de la facultad. La oficina entera se revoluciona, no saben por qué trabaja tanto encerrada, por qué  ya no sale a desayunar… ¡y sin embargo sigue tan encantadora como siempre!

El desgarrador final muestra a toda una oficina dedicada a los suministros sanitarios, acorralando a Susie (que es como llaman cariñosamente a Caléndula) en el parking del edificio y preguntándole a coro: ¡Queremos saber  por qué cierras la puerta de tu despacho y ya no desayunas con nosotros, y sin embargo parece que todo está normal! Se aproximan con las manos en garra y Susie, que se ve desbordada, saca un botecito de vinagre que lleva de casualidad en el bolso, y lo rocía sobre las caras de sus acosadores, huyendo mientras grita “simplemente, ahora desayuno en casaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa”. La “a” final se extiende hasta los créditos, donde el espectador entra en la duda de si Susie o Caléndula ha podido caerse en una alcantarilla, pozo, o grieta urbana, y deseando una segunda parte cuanto antes.

4/28/2014

Poema de los eventos oficiniles

Amaranta es una mujer sensible e insegura, pero trabaja en una gran compañía. Además, se hace las cejas en la clínica de estética y arreglo de pies. Anoche se dejó su agenda de la oficina, y encontré, entre sus páginas, sensibles poemas oficiniles, como el siguiente que os doy a conocer. Por favor, máxima discreción: 


Cu-cú
¿quién es?
Soy el invitado a un evento
soy ese tipo con secretaria
o secretario
o qué se yo…

¿Viene acompañado?
Para nada.
Sólo traigo unas tragaderas
grandes como lomos de cerdo
y ganas de zamparme el cóctel
sin olvidarme de pronunciar la c intercalada
porque así suena más chic
o más pedante,
según se mire

Escuche, hay muchos más invitados
todos igual de sosos
y con las tragaderas del mismo tamaño
con el mismo hambre

Pero yo soy un tipo trajeado
con un rol importante
para mis subordinados
juego a encestar huesitos de aceituna
en la boquita de la rana

Ring Ring
¿Quién es esta vez?
¿Viene usted también al evento?
No, yo soy más de meeting
o de taller
¿Su nombre?
Donald Sutherland
¡Caray!
¿Qué pasa? ¿Sabe quién soy? (sonrisa ególatra)
¡Claro! El sobrino nieto de mi portera
se llama igual


Dedicado a Irma soriano

3/04/2014

El flashback de media hora en casa de Ally Cornwell

El domingo me llamó A.C., una vieja compañera de juergas pre- universitarias, universitarias, postuniversitarias, y más allá de eso.
-Mina, querida, tienes que venir a casa y conocer a mis churumbeles. Son de ricas… Estará China Town.
Como bien aparece en la novela de Gavilán Palomo (que podéis solicitar gratuitamente en formato PDF pinchando aquí mismo), China es otra de esas amigas con las que todo eran aventuras nocturnas, salidas con los tunos, ponches con alcohol y persecución indiscriminada de tipos característicos (con pelo largo, y/o buen cuerpo, y/o pendiente, o ya en cierto estado cualquiera que se prestase).
La verdad es que trabajar cuidando a los dos niños robóticos entre semana me produce una cierta alergia hacia los críos el resto del tiempo. Aún no conocía a los críos de A.C, ni a los de China Town, pero al llegar allí quedé muy impactada. Gritos, cantajuegos, olor a cacotas… Parecía mentira que fuesen las mismas colgadas que en las fiestas de Serranejo de Parraolín se montaban en el Dos Caballos del pescadero borracho y se dejaban llevar a casa azuzando al hombrecillo con un látigo y asegurando que, puesto que eran “dos caballos”, irían más rápido. Las mismas que participaban en los concursos nocturnos de “baile de la Macarena sobre buey cabreado”. Las mismas que conocían los oficios y profesiones más rudimentarios a base de haberse codeado con estos profesionales, siempre mayores de 50 años, en un estado etílico importante. Las mismas que bailaban a gatas el tractor amarillo en el pajar de Apolonio; las mismas que se volvían locas por corear al grupo de rock folclórico “los Estrenos”…
Pimpollín es el muñequito sin el que Nina,
la hija pequeña de Ally, se niega a comer
En fin, eran ellas quienes ahora iban de dulzainas con cuatro criaturas muy monas, de menos de 90 cm cada una, hablando de lactancia materna, partos y cesáreas, como si todo lo demás no hubiese ocurrido nunca. Me plantaros a los críos encima varias veces, y hasta cambié pañales. Los maridos se habían vuelto dulces como ellas, yo me puse a rezar para que alguna quisiese retirarse para dar la toma de las 7 y dejáramos esa farsa… pero todos insistían en continuar la velada. A las 8, después de los baños y los potitos, ocurrió el milagro: los críos se durmieron.
Momento en que Ally cantaba una
 canción de Rafaella Carrá en el salón 
A.C. (Ally Cornwell) se hizo una cola de caballo y sacó comida basura y unas cervezas. Su marido, como adiestrado, hizo un calimocho de Don Simón profesional y se quitó la camisa, dejando ver una camiseta de Extremo’97 que llevaba debajo. China Town se quitó las lentillas y se puso unas gafas vintage y se pintó un lunar como el de Concha Velasco. Su marido la palmeó el trasero y empezó a silbar estilo bakalao. La luz se atenuó y comenzó asonar “Laura no está”, de Neck. Y de ahí a la perdición. Diversión, risas, bebida… Hasta que uno de los críos se despertó a las 8,30. Entonces recogimos y nos fuimos a casa sin pensarlo más.

No sé qué fue más surrealista de todo. Los críos. La discoteca de media hora. O el lunar de China Town rodando por el ascensor a la salida. 

2/11/2014

Darío Pineapple, un farsante metropolitano

A parte de haber soñado que una de mis hermanas se desnudaba en medio de un gimnasio masculino, la mañana de hoy se presentaba tan aburrida como cualquier otra, de camino a mi trabajo de cuidadora de dos niños superdotados de 9 a 11, antes de irme a la clínica podológica a “moler canela”.
A la llegada del metro vi a un tipo canoso dando codazos a un par de viejos por hacerse con el único asiento que quedaba libre. Al entrar yo detrás de ellos, descubrí que aquella cara me sonaba.
-¿Darío Pineapple? – Le dije
Darío se puso rojo como un tomate. Era aquel compañero de la facultad de patronaje y confección, que ya en aquellos tiempos tenía 35 años, pero el aspecto de 19. Enseguida se levantó.
Bastón-paraguas 
patentado por
Dar
ío Pineapple
-No, por Dios, siéntate. – Le dije temiendo que le diese un ataque al corazón por el esfuerzo
-Déjate de rollos, Patuco, estoy como un tigre. –Me dijo desplazándome hacia el otro vagón y sacudiéndose la harina que había hecho su pelo gris. – Esto  lo hago por las mañanas para coger sitio. Me despierto con resaca de mis juergas post universitarias y necesito descansar antes de llegar al trabajo. Mira esto – Se abrió un abrigo viejuno que formaba parte de su disfraz y descubrí debajo una chupa de cuero y una camiseta de Sex Pistols debajo.
Recordé que Pine, como le llamaban los amigos, era el líder de un grupo de punk en el que tocaba una guitarra hecha con abrelatas (no preguntéis cómo), cuyo batería iba disfrazado de oso panda durante toda la actuación, y más de una vez lo sacaron del concierto con lipotimias, pero aún con la cabeza de peluche puesta. Pine actuaba directamente desnudo y al final del numerito se quitaba el disfraz de desnudo y se quedaba desnudo de verdad, sorprendiendo aún más al público, quien realmente pensaba que había estado desnudo toda la actuación.
-¿A qué te dedicas? – Le pregunté queriendo evitar que él me preguntase a mí
-Soy manager de Parchís- Me quedé muda – Yolanda y Gema aún tienen mucho tirón, y David y Tino con maquillaje ganan mucho.
-Así que sigues dedicándote al mundo de la música.
-Claro. Y hago inventos. Mira esto.
Me fijé en que llevaba un palo grueso que iba desde el suelo hasta casi el techo del vagón. Arriba, tenía como una sombrilla, y a la mitad, como un mango. Le pregunté con la mirada
-Es un bastón paraguas. Para los viejos ideal. Pueden seguir apoyándose si abren el paraguas.
Me entró la risa y comprobé que a él también. La verdad es que seguía pareciendo tener los 35 años de hacía 15 años, que eran 19.
-Vamos, Patuco, qué sería del mundo sin hacer el gilipollas. Aún uso la tabla de skate con la que iba a clase, y esta misma tarde voy a comprarme una pistola de aire comprimido para tumbar latas.
Aquello me hizo pensar en que aunque a primera vista me había encontrado casi con un anciano, realmente estaba ante un tipo que no había perdido la esencia. Me di cuenta de que me había pasado de parada y ahí le deje, con la palabra en la boca. 
Corriendo para llegar a tiempo a cuidar a los autómatas, recordé que tenia una camiseta de Black Crowes aun guardada en el armario, y que debería sacarla a pasear mas a menudo.

1/22/2014

Esa boina de moda

La mujer centenaria que me contrató para pasear a los chuchos de 9 a 10 de la noche, que vive debajo de mi casa, es también clienta de la clínica estética en la que trabajo, de esas que cuando viene pidiendo que le hagan los pies, mi compañera Vladimira y yo lo echamos a pinto pinto, y a la que le toque le deseamos buena suerte y próspera media hora. 
Esta mujer siempre me ha recordado a Gavilán por un detalle: la boina. Pero confirmaba mi teoría de que ese artilugio era propio de personas venidas al mundo antes de 1930.
Sin embargo, llevo semanas contemplando un espectáculo dantesco (o navarro, según se mire) que jamás hubiese imaginado ni la propia Loreto Tinoco, no al menos en el verano de 1999: chicas con minifalda y boina. Jóvenes barbudos a la moda con boina. Perritos de cretinas estilo Paris Hilton con boina.
La actriz canina Nora Dog, en una escena
de su última película: Cambios on top of
my head
La boina está de moda. Mi propio portero, que terminó segundo de bachillerato el año pasado LLEVA BOINA. En la exposición de pintura itinerante de Bar Carlos hay boinas pintadas e incluso boinas reales mimetizadas por medio de pastas y mejunjes a esos terribles lienzos (Artista: Damiaan Alfaro)
Yo ni me lo planteo: si colaboro a esta moda, mi empleo corre peligro, pues nada como una boina para esconder un pelo sucio o la calvicie de cualquier treintañero desesperado, de los que vienen a ahuecarse la melena o a cubrir una coronilla. 
Como remate a todo esto, me whatsapeó mi prima Pili Grossa, la de la ebanistería.  Estaba en un mercadillo de latas de conserva y soluciones capilares titulado "CONSERVALO". Me envió una foto del producto estrella, el que había triunfado indiscutiblemente en la feria. ¿Adivináis lo que era?

1/13/2014

Navidad canaria con Renato

Me fui a pasar las navidades a las Islas Canarias huyendo del frío y de la ciudad. La clínica podológica había cerrado por unos días. Los piececitos de todas las vecinas estaban al día y yo sabía que nadie iba a necesitarme.
Prefiero no adentrarme en el modo en que conseguí ponerme ciega a cordero el día de Nochebuena a pie de playa envuelta en un tul y con un turbante a lo Barbara Streisand. Los lugareños me advirtieron que debía hacer una cena más ligera que en la Península, pero ni caso. El resto de las Navidades las pasé en la habitación de mi hostal de lujo atendida por el portero de la finca de al lado. Resultaba que el hostal era de auto-servicio y no había personas físicas si no un sistema de robots que te entregaban las llaves al llegar, te daban instrucciones de cómo utilizar las habitaciones y los artilugios, y  te propinaban una descarga eléctrica si tratabas de largarte sin pagar. Casi todas las cosas allí eran robots, así que te sentías vigilada 24 horas.
Dos canarios cualquiera dándose el lote en un 
parque
No había ningún ser que pudiese socorrerme de aquel empacho más que Renato, el portero de al lado. Me vio llegar de la cena pálida, medio babeando, a punto de echar la papilla. Él pensó que había bebido y que sería una presa fácil. Pero nada más acercarse a mí y a mi cuerpo sólo cubierto por un pañuelo de tul playero, le hice el regalo. Vomité de lo lindo y el hombrecillo, a pesar de entender que no había posibilidad ninguna de hacerme suya, me dijo “no te preocupes. Soy el portero de al lado. Puedo recoger esto con una fregona y un cubo en cinco minutos”. Yo no dije nada porque no sabía si se trataba de otro robot o de un humano, pero acepté aquel servicio y me fui a la cama. La pesadilla física continuó prefiero no describir cómo. 
Renato "el Santo" (como le llaman en su barrio
canario) con la mirada perdida tras mi fuga
Al día siguiente vinieron unos tunos de la Universidad Canaria de estudios Canarios (UCEC) a cantarme al balcón. Al oírlos, quise morirme aún más, pero Renato  los espantó con la fregona y de un salto accedió a mi habitación, sorteando a los robots del auto-hostal y haciéndome llegar un caldo calentito. Aquello se multiplicó con los días, los cuidados, las atenciones, incluso lecturas junto a la cama de la única literatura que pasaba por sus manos: un As de 1995. Aquello fue el colmo. La enfermedad y el pago por adelantado me habían estancado en aquel hostal robótico con un hombre de los de sólo conformarse. Hice la bolsa en cuanto Renato bajó a atender a la cartera, y salí con viento fresco rumbo al aeropuerto.
No quiero pensar en Renato y el vacío que le habré dejado, y en cómo volverá a sentirse en su monótono trabajo como portero de finca en alguna calle perdida de las Islas Canarias, pues ya me dijo en algún momento: “me alegro de que gracias a esa diarrea crónica estés presa en esta habitación.”