El taller de Yayee en el momento de hacer los ruiditos. |
Mi prima Pili Grossa me invitó a un taller del maestro Yayee que consistía en reunir a una buena cantidad de gente en un local de venta de quesos, hacer una relajación pélvica y repetir cada uno un ruidito sin fin. Yo escogí "¡pum, pum!" para dotar de alarma y emoción la sesión, pero el intento quedó enterrado bajo el "riqui, riqui" de la chica preciosa, el "hip, hip, hip" del hombre de edad y de los ruiditos de las otras 17 personas vestidas de amigos de Picasso que estaban allí. Aquello se extendió 12 minutos. Fue demasié.
Me desperté con la cabeza como una olla express con el pitorro escacharrado y tuve que ir al pediatra a que me recetara algo.
(Acudo al pediatra desde hace años porque mi centro de salud está desbordado y, dada mi juventud en aquel momento, me ofrecieron esa posibilidad. Por su parte Roberto, el pediatra, siempre está encantado de auscultarme por cualquier cosa.)
En la sala de espera es cuando comenzó todo. Apareció un chico de 13 años con su madre. Se sentó, sacó el móvil y se puso a jugar. La mamá sacó el suyo. No se hablaron ni miraron en todo el rato.
Luego llegó un bebote berreando con el papá. El papá necesitaba al parecer atender algo muy urgente vía móvil (me pareció ver que ponía algo así como "Marca") pero el bebote quería atención, así que el papá sacó una tableta y le enchufó unos dibujitos que le hicieron callar al momento y se quedaron muy felices los dos ignorándose mutuamente.
En tercer lugar llegó una adolescente con su madre. Y otro más. Y otra. Los tres directos a sus móviles, a penas se echaron un vistazo entre ellos.
Un sentimiento de pena se apoderó de mí. Aquellos cachorros sólo sabían compartir el aburrimiento con el peor de los amigos: el aparatico más idiota del mundo. Algo se infló en mi interior y, sin poder dominarme, ni con los consejos del maestro Yayee, me vi diciendo:
"Soy el oso Pololo, en un momento, verás cómo molo" al tiempo que me quitaba los zapatos y comenzaba a hacer malabares con ellos y cacareaba como un pollo (contrariamente al oso que era).
La consulta pediátrica antes de mi actuación. |
El bebote y otro pequeñín de unos 5 años soltaron los aparatos al segundo y comenzaron a reír y dar palmadas como locos. Los adolescentes se resistían, mirando de reojo como si estuviese tarumba (¡yo!). Tener vecinos universitarios me mantenía actualizada en tendencias a través del patio interior del edificio, por lo que sólo tardé seis cacareos más en idear qué llamaría su atención. Sin saber cómo, me encontré haciendo tuerquing, perreando y cantando "el anillo pa cuando" y os aseguro que funcionó. A uno de ellos se le cayó el móvil al suelo y ni lo recogió. Otro trató de hacerme una foto para el instagram pero le hice un gesto de amenaza a la altura del cuello que entendió perfectamente, apagando y guardando ipso facto. Me fui animando y mezclé aquel número con el anterior y el oso Pololo cacareaba la canción mientras perreaba y tiraba zapatos por el aire. Algunos padres taparon los ojitos a sus hijos como si aquello fuese peor que darles una tablet. ¿No sabían apreciar el arte en directo? Al parecer se me fue de las manos el volúmen y al fin salió la enfermera y me llamó: "MINA PATUCO". Fue como pincharme siendo globo. Los malabares al suelo y yo callada y modosa. Me puse los zapatos y desaparecí tras la puerta de la consulta del doctor, no sin antes advertirles a todos, en un tono de voz precioso: "olvidaos de esas mierdas". Y al bebé le traduje, señalando el aparato: "Caca. Pupa." Para cuando entré en la consulta, el dolor de cabeza había desaparecido. Pobre Roberto.
No entiendo cómo andas suelta, Mina Patuco. Sigues provocándome. Soy Alejo Demasié y el hecho de que comentes en tu post "fue demasié" me irrita y me sale sarpullido. No podrías empear la expresión "fue demasiado", como todo el mundo?
ResponderEliminarYa está bien de ataques. En este país, nada es lo que parece...
Alejo Demasié
Te entiendo muy bien, Mina. El otro día conocí a una chica impresionante pero algo más joven que yo, digamos, de la generación anterior.
ResponderEliminarNos echamos el ojo en una coctelería y cuando tuve valor para acercarme a ella, me pidió el whatsapp. Entonces, se disculpó y se fue al baño. Desde allí me dijo unas cosas subiditas de tono, yo no lo podía creer, así que me fui a buscarla pensando que allí me esperaba para darnos el filete. Al llegar, estaba en el secador de manos, dándole al móvil. Me abofeteó al verme y huyó a toda prisa. No entendí el juego, pero enseguida me llegó otro mensaje diciendo "ven. Te espero en la barra." Volví a la barra como un perrillo. Allí estaba, sonriente, como si nada, y me dijo "cuánto has tardado". Al ir a contestarla, me chistó varias veces y me hizo gesto de esperar un momento, como si tuviese que atender algo importante en el móvil. Me llegó entonces un mensajito suyo, con ella enfrente, que me decía "estoy como una moto. Me encanta tu mirada". La miré, y estaba seria como si aquello no fuese con ella, puede decirse que casi estaba enfadada. Le envié otro whatsapp que decía "¿hablamos en directo?" Ella se puso muy contenta al recibir el mensajito, pero, al leerlo, se le desfiguró la cara y me abofeteó de nuevo. Salí corriendo del local. Sentí cómo me llegaban mensajes por el móvil y, sin dejar de correr, fui leyendo: "¿por qué te vas? Vuelve. ¿Te va la marcha?" y un largo etcétera. Ahora ya no salgo con móvil. Un fracaso, pero lo prefiero.
Matute Callas
En 1993 me quedé encerradoa en el baño de mi bar favorito, y mis colegas se fueron sin mi, pensando que me había largado a casa en un ataque de cagalera. Aporreé la puerta pero como ya eran las 6 y el garito estaba cerrando, nadie vino a por mí, ni los del garito revisaron nada hasta el día siguiente. Tuve que dormir en ese váter apestoso toda la noche. Me hubiese encantado avisar por móvil de que estaba allí, pero no, era sólo 1993 y no existían esos chismes, me fastidié, superé varios ataques de pánico y vomité seis veces debido al estado del lugar. ¿Y me pasó algo más allá? ¿He muerto? Nooooo. Sólo odio los baños públicos y antes reviento que entrar en uno.
ResponderEliminarNos hemos vuelto de porcelana, caguenlamar...
Mamen Tirossa
Conozco al maestro Yayee (pronunciado Yayi), es un tipo muy interesante y adoro sus talleres de levantamiento de monolitos. No hay nada más relajante. Espero que venga pronto por Argamasilla de Alba.
ResponderEliminarConozco muy bien la obra del maestro Yayee. Mientras dice mantras puede hacer la colada y creo que su influjo ha sido lo que te ha llevado al malabarismo y al rompimiento de las convenciones sociales, Mina.
ResponderEliminarCon sumo cuidado:
Rufo Fitto
Mina, te has pasado con lo del Oso Pololo. Tú sabes por qué...
ResponderEliminarAramis Teriosa