—No se deje llevar por las apariencias –me dijo–, simplemente soy rubicunda.
Y así era. En cuanto Minnie se sentó, traje una lupa y comprobé que la mata de bigote era digna de estudio. Era increíble la suerte que tenía de ser rubia, rubia rojizo, y es que rojizo era también el color de su piel.
—¿Está segura de que se quiere depilar el moustache? Cuando nazca el nuevo pelo será probablemente negro y duro.
Minnie se echó atrás enseguida y me dijo sin más rodeos:
—Déjalo, ¿necesitas un plan de pensiones?
—No –me sinceré–, ¿por qué lo pregunta?
Era evidente que trabajaba para Gallega de Oriente, la gran compañía de seguros y planes de pensiones. Lo del bigote había sido una excusa barata (cobramos sólo 3 euros por hacer la cera en el área moustache) para vender su producto. Pero ahí no terminó la cosa:
La preciosa Minie en una foto un poco forzada, pintando uno de sus cuadros |
Además, llevaba pulseritas de cuero que entretejía en sus ratos libres, aunque los modelos estaban pasados de moda.
—No necesito nada de lo que me ofrece, sin embargo, sus profesiones me disgustan tanto como la mía propia, admiro su fortaleza humana y le ofrezco mi amistad.
—Me conformaría con un 10% en depilado de cejas.
—Sin problema.
Así nos conocimos hace ya cuatro años y, desde entonces, hemos sido siempre amigas (aunque ella es mucho mayor que yo).
Hace unos meses le robaron el maletín con las pulseras, los seguros, los cosméticos y el último modelo de "Termomics", y perdió todos los trabajos de un plumazo. Sin embargo, le alquiló el trastero a sus padres y, como yo, trata de salir al paso como artista. Pinta cuadros con frutas y verduras orgánicas.
Esta misma mañana he pasado a verla por una exposición que ha montado con otros artistas en una casa ocupa donde algunos iluminados creen que Bob Dylan pasó su infancia.
Pendientes a base de mocos, del artista Cachi Quechí. |
—Ya, Minie, yo sólo dudo a veces de que vayamos a llegar a ningún sitio. Mira a esos que exponen contigo: ¿en serio crees que a todos nos mueve los mismo? Hay uno que vende pendientes hechos con mocos.
—Se lleva lo natural. No te dejes llevar por las apariencias, recuerda –me ha dicho guiñándome un ojo mientras se estiraba su bigote invisible, como símbolo eterno de las falsas apariencias –confía en ti, Mina, sigue adelante...
Quién nos iba a decir, aquel día en que nos conocimos, que podíamos llegar a ser más pobres aún de lo que éramos y que Minie volvería a fumar hierba pasados los cuarenta.