Ayer estuve con mi prima Pili Grossa, que ha decidido dejar por un tiempo la ebanistería y dice que se está encontrando a sí misma, aunque os juro que estaba ahí mismo.
Le pregunté qué iba a hacer para ganarse la vida y le brillaron los ojos como cuando alguien sabe algo que le hace feliz y le importa un pito si los demás lo saben o no. Insistí con mi propia mirada inquisitiva y a su vez hizo un guiño de ojos. Aquel diálogo de miradas acabó con mi paciencia y le dije "habla", a lo que enseguida reaccionó:
—Pues mira, Mina Patuco, voy a poner un negocio para transformar las vidas de la gente.
—¿Vas a poner una clínica de aumento de pecho? No tienes titulación.
—No es eso, aunque, ¿quién tiene título en esas clínicas?
—Cierto. Ve al grano.
El gran mago Pachi el Vasco, justo antes de entrar en el quirófano para hacerle una intervención de líneas de la mano a un político que prefiere mantener el anonimato. |
—Hace un mes acudí a una convención del Gran Pachi. Es ese mago vasco que te opera las líneas de la mano a tu gusto, haciendo que te cambie el destino. El milímetro de alteración de líneas cuesta cincuenta mil euros.
—¡No me digas que caíste en eso!
—No, tengo tanto que cambiar que no habría tenido pasta para pagarle ni en cinco vidas. También está el mercado negro, que te hacen las rajas que quieras con navaja de Albacete por cinco euros.
—¡Pili, no me dirás que...!
—No estoy tan mal. Para eso me lo haría yo misma. Pero no voy por ahí. Llevo años siguiendo al maestro Zong Hua de la escuela Thai Poop, que dice que todo lo que desees se puede hacer realidad mediante la virtualidad y los sueños y las almohadas.
—No te sigo.
—Cada cual puede interpretarlo a su manera. Haciendo algunos cálculos Zen sobre la colocación de los astros y uniendo aleatoriamente las letras de algunas canciones de Lou Reed, he dado con la clave y ahora estoy lista para ser la competencia del Gran Pachi, sin cirugías ni sangre. —Mi cara era un poema, así que Pili continuó hablando—. Haré lo mismo que él, pero con photoshop. Tú me das la foto de la palma, yo hago los cambios oportunos y la dejo niquelada y lista para que tu vida sea un éxito. Luego la imprimimos, la doblas en tu edad dividida entre el número PI, y la metes debajo de tu almohada. Esa noche tendrás un sueño muy dulce, o muy violento, o soso como ninguno, pero al despertar, todo habrá cambiado.
Y se quedó tan fresca.
Pili Grossa estaba absolutamente convencida de su método y la verdad es que, desde que se puso a ello ayer por la tarde, ha ganado 300 euros por hacerle el photoshop a tres amigas que esta mañana ya aseguraban que su vida estaba cambiando. Yo no dudo de Pili, ni de sus amigas, ni del éxito que tendrán todas, pero, aunque me lo ha ofrecido gratis, voy a pensarlo. Es como la recta final del Un, dos, tres, ¿y si la tarjetita de mi vida ya viene con premio? ¿Y si me quedo con un Seat Ibiza, habiendo podido llevarme el apartamento en Torrevieja?