-Doctor, a veces me encuentro mejor y pienso que podría continuar este viaje que es la vida sin usted.
-Gran equivocación. Si decide continuar remando sola por aguas desconocidas, su barco se hundirá.
-Pero los únicos barcos que yo he visto en mi vida son los de Hundir la flota...
-Ahí lo tiene. Barcos que se hunden delante de sus narices.
Silencio ensordecedor y yo, desde el otro lado de la pared, queriendo gritarle a esa mema que salga corriendo camino de algún bar de moda.
-La verdad es que estoy yendo a clases de natación, tal vez si el barco se hunde, yo podría salir a flote.
La paciente en plena rebeldía, con un gorro de baño de 1920 inspirado en una novela de Boris Vian, a punto de tirarse de la barca. |
-Antes quiero que esté segura. Realizaremos unos ejercicios prácticos durante las próximas treinta sesiones e iremos viendo la evolución.
-¿De veras, doctor? Es usted una gran ayuda...
Me parece que esta pobre va a necesitar que alguien le abra los ojos, y esa voy a ser yo. Seguiré retransmitiendo desde detrás del póster de la Pantoja. Corto y cierro.