Una mujer de más de 100 años se cuela en unos cursillos de verano en Mirroque de Mar, 1999. A partir de ahí, la vida de Mina Patuco no ha vuelto a ser la misma. Kutrelux Ediciones publicó su historia por episodios en un fanzine clandestino, y de ahí, a la desbordante cifra de 37 fans locos por Gavilán Palomo. Este es un regalo cargado de humor ácido para todos ellos.
12/21/2010
El stress pre navideño
12/16/2010
Qué arrechucho
12/10/2010
Juanma, el camarero
Reme trabaja en la tienda infantil de al lado, aunque odia los niños. El trabajo lo escogió ella porque dice que si no te complicas la vida un poquito, ¿qué gracia tiene? Yo paso de su filosofía, por supuesto. El caso es que ese camarero panoli se nos acercó porque debió de escuchar la palabra “niño” cuando Reme me estaba contando que los encerraría a todos en un cofre y los tiraría al mar. El camarero nos desveló su nombre como si Juanma fuese algo inusual del estilo “Acantilado” o “Macareno”, y sacó un móvil de año de la guerra. Nos quedamos a cuadros, y yo ya estaba dispuesta a inventar que estaba casada para no darle mi número. Sin embargo, se puso a teclear para mostrarnos algo, y entonces nos puso un vídeo de un bebé llorando que duraba un día y medio. “Es mi sobrino”. El anuncio iba impregnado de una sonrisa de dientes grisáceos. Reme me miraba perpleja, pero Juanma se empeñó en ponernos un vídeo detrás de otro, un sobrino detrás de otro, por ejemplo, uno de ellos rubio como un demonio llamando gilipollas a su padre. Cuando se alejó por un momento para cobrar a una mujer anciana como el pacharán, Reme sólo pudo acertar a decir: “este tío está de coña”. Pero de eso nada. Volvió a la carga, y tuve que inventar que me llamaba un alumno almóvil exigiendo una clase nocturna inmediata de macramé por la que me pagaría más de 12 Euros, algo a lo que nadie podría decir que no.
Salimos del bar hasta el gorro de los vídeos de primera. Sin embargo, Reme me confesó algo, y lo hizo con una rima:
Bla, bla, bla, niños, sobrinos, hermanitos…
Bla, bla, bla, dientes grises y afilados
Mua, mua, mua, menudo tiparraco,
Uhuhú, ¡me ha robado el corazón!
En fin, que tuve que llevármela de los pelos. Esta chica cada día está peor de la cabeza.
12/01/2010
Interviú de veras
Llegué allí con la tranquilidad con que mi peinado a lo Cleopatra suele permitirme, con una estampita del Dalai Lama en el bolso, y sin grandes esperanzas. Entonces apareció Charo. La jefa de recursos humanos de la empresa SIBIDES, que es la que me había citado. Después de hacerme un par de sencillas preguntas profesionales como “ ¿Eres buena escribiendo?” y “ ¿eres capaz de hacer un informe económico interno que concluya con un balance comparativo con otras siete empresas del mismo sector?”, me dijo: AHORA, POR FAVOR, DESNÚDATE.
Creía que era una broma. Pero ni mucho menos. La empresa SIBIDES no tiene otro lema que SIéntete BIen DESnuda. Se dedican a temas muy variados de consultoría y bollería industrial, pero quienes trabajan para la empresa, deben andar siempre en pelotas por la oficina, en reuniones, etc. La verdad, después de que Charo se despelotase delante de mí mientras me explicaba que “no pasa nada”, accedí, “estamos en crisis”, pensé, “y por esta tontería de no querer trabajar en bolas no voy a perder una oportunidad”, así que me despeloté enfrente de Charo, ya desnuda, y fingí que aquello era muy natural, sin poder dejar de pensar en qué tipo de cirujano había visitado la entrevistadora para tener los pechos tan turgentes. Entonces se me ocurrió preguntarle cuánto pagaban por el puesto de nueve horas diarias con horario partido de 9 a.m. a 9 p.m., trabajando las mañana de los sábados, y un domingo al mes, sin cheques de comedor, temporal por nueve meses, y sin posibilidad de incorporación. Entonces me dijo aquello. 10.000 euros anuales. Luego me preguntó que dónde me veía yo misma dentro de seis años. Mientras me vestía a toda pastilla le contesté que me veía en pelotas, pero en la cama con un millonario, porque en este país era imposible ganarse la vida de un modo menos decente que ese… en fin, algo tenía que decirle antes de animarla en su búsqueda para encontrar el ejecutivo de cuentas de su ridícula empresa de bollería apestosa…