"Espinete, ¿te vienes a la panadería de Chema?"
Don Pimpón, 1985


4/21/2016

La primera vez que me colé en la disco... Parte II (o "persiguiendo a Carlos Chamizo, Pito de Oro")

Os dejo con la historia prometida, la que ganó el concurso "la primera vez que te colaste en la disco", y que completa el post de ayer. Es una apasionante historia con un final de traca. 

La primera vez que me colé en la disco fue persiguiendo a Carlos Chamizo, un pijete de mi clase al que apodaban Pito de Oro. Chamizo o Pito de Oro, según te dé, era el tío más bueno de todo bachillerato y ni aún tirándose pedos en clase como el resto de los chicos perdía su atractivo. 
Chamizo Pito de Oro a la salida de Pachá, a punto de llevarme
a su casa, en plena noche. 
Pito de Oro era relaciones de una disco de renombre más que mundial. Las chicas nos lo rifábamos, y yo especialmente perdía el culo por él. Me armé de valor, y pesar de que ni tenía la edad ni la cara de pija que caracterizaba la fauna que frecuentaba la disco, me fui para allá.
Cuando estaba en la cola, me entraron ganas de hacer pis, y tenía hambre. En el bolso, había media raja de salchichón que mi hermano pequeño había pegado jugando, y me la zampé. Aquello me quitó las ganas de comer, pero no las ganas de hacer pis. Llevaba desde las siete de la tarde haciendo cola, “ni que fuese un concierto de U2” oí decir, eran ya las 10 y yo seguía con el baile de San Vito. De pronto, comencé a pensar en la raja de salchichón porque me aburría, y me di cuenta de que podría llevar en aquel bolso fácil varios meses, y que tal vez estuviese envenenada por el cuerazo interior del bolso de segunda mano. La tripa se me revolvió, y comencé a tener angustia, ganas de potar, de hacer pis… era como si estuviese ya pedo, pero sólo con una raja de salchichón fermentada y un chorrito de pis que no encontraba la salida.
Así de pronto, la cola se agilizó, y llegué a la puerta con una cara terrible, el portero me miró y me pidió el carnet, y cuando estaba a punto de explicarle el truco de “se me ha olvidado”, ocurrieron dos cosas a la vez: vi a Chamizo Pito de Oro, y poté (una pota ridícula, de solo medio salchichón). Me tapé la cara para que Pito no me reconociese, pero lo hizo, y para mi sorpresa, pensó que yo estaba borracha, algo que inmediatamente me catalogó como una tía guay (yo, la pringada y empollona de la clase). Chamizo me recogió y me coló en la disco, me llevó al reservado y me dijo “te traeré una tónica”. Me di cuenta de que el pringado era él, sólo por no distinguir entre una pota normal y una pota de borracha, así que me aproveché de su equivocación y me meé encima, lo que me relajó bastante. Él estaba flipado con la aventura y me ofreció llevarme a su casa, pues sus padres estaban fuera el fin de semana, para dejarme ropa limpia. Yo eructé y él lo tomó como un sí. Por supuesto, ahora sólo me quedaba comprobar que su pito era de oro, y ya que había llegado tan lejos, no me iba a quedar con las ganas… 
Su moto era estupenda, y me agarré a él como a un poste en medio de un huracán. En un frenazo aproveché para tantearle “el apodo”, y parecía cierto. Su casa era aún mejor que la moto, pero al llegar a su habitación, estaba hecha un asco, y olía a calcetines con queso. Al mirar a la cara de Pito, lo del olor a queso se me olvidó, y ya sólo quería conocer el porqué de su mote. No quise andarme con rodeos, y ya que estaba supuestamente borracha, le dije: “¿quieres contarme y demostrarme por qué te llaman Pito de Oro?” Acompañé aquella frase con una caricia en la rodilla de Chamizo, que no se sobresaltó ni lo más mínimo porque estaría acostumbrado. “Bueno”, respondió, “al contrario de lo que todas pensáis, lo de Pito de Oro fue porque los de sexto me dieron un premio al mejor árbitro hace dos años. Arbitro de los partidos de 6º a 8º y dicen que soy muy justo. Mira, aquí está…” Fiiiiiu, fiiiiiiiiiiu, fiiiiiiiiiiiiiu, pitó Chamizo con todas sus fuerzas un pito que había sacado del cajón de su escritorio y que parecía un churro. “Vaya mierda” se me escapó. El mito había muerto y ya no me interesaba Chamizo. “Pero si lo que quieres es verme la pirula, mira esto” me dijo de pronto, y se la sacó. No es que estuviese mal, pero qué narices, yo tenía 15 años, me había comido media raja de salchichón pasado hacía media hora, y me dio un asco que te cagas. Salí despavorida ante la visión de aquel pirulón, y no volví a dirigirle la palabra a Chamizo en la vida, aunque él, desde aquel día, sigue enamorado de mí.

Fdo:  MaCU LOcalí Ente

5 comentarios:

  1. La primera vez que fui a colarme en una disco me puse estupenda. Me maquillé como nunca, me planté un vestido de mi hermana Julita y unas manoletinas a la última, y cuando estaba en la cola noté que pasaba demasiado tiempo sin movernos. Una imbécil no podía abrocharse la cremallera y eso estaba colapsando la entrada. Pero claro, como yo tenía 13, no podía ponerme chula. Así pasó más de media hora, y yo casi tenía que estar ya en casa. Juré que buscaría a esa mema y le daría su merecido algún día, y como no la pude encontrar, quemé todas las cremalleras que encontré en mi casa, de lo rabiosa que estaba. Ahora compruebo que aquella tipa era una fan de vuestra vieja revista, quisiera que me enviarais su email para saludarla amistosamente.
    Fdo: Pata Letas

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  2. No entiendo vuestro blog, ni quién es Gavilán, ni por qué Pito de Oro ha de ser ridiCULIzado en este post, si ni siquiera sabéis si esa historia que cuentan es cierta. Puede que aquel chico supiese perfectamente que la tal Macu no estaba pedo, que sólo quisiese ayudarla, y que por supuesto, nunca haya estado enamorado de ella. No sé, son suposiciones, pero podría ser, ¿no?
    Anonimo

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  3. jijiiii Carlos Cahmizo, te has delatado!
    Kevin Mesié

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  4. Creo que conozco a Macu, luego le dio por perseguirme a mí. Me llamaban Macizo porque me calló un macizo de flores de un tercer piso de pequeño y no pe pasó nada. De ahí la confusión, de nuevo, con mi nombre, todas esperaban que estuviera macizo como un roble, pero yo sólo era un corcho aparente, pero blando. Al menos tardó tres salidas al cine en averiguarlo, luego me dejó. Te mando saludos, Macu Locali Ente, eras una chica muy especial, y estabas pirada como ninguna.
    Etienne Carmesí (Macizo)

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    1. Querido Macizo, ¿te mandó callar un macizo o te cayó del cielo? Cielo santo, repasa tu ortografía.

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