"Espinete, ¿te vienes a la panadería de Chema?"
Don Pimpón, 1985


6/06/2017

El fin de la psiquiatría barata

Estuve alarmada la última semana porque la paciente de mi vecino el psiquiatra, la que vengo espiando estos últimos meses, llevaba tiempo sin pisar consulta. En realidad estaba contenta por ella pero también preocupada. La había cogido tanto cariño, que ahora quería saber que todo le había ido bien. También barajé la posibilidad de que hubiese estado viniendo a otra hora, porque por las mañanas estoy trabajando como correctora de textos en la tintorería de abajo de casa (la que hace los resguardos de los clientes tiene muy mala letra y me pagan por corregirlas para que no haya confusiones).
El caso es que ayer por la tarde estaba saliendo del ascensor y la vi que entraba en el portal. ¡Era ella! Rebusqué  en mi bolso y me puse unas gafas sin cristales que me tocaron en una tómbola y me hice un moño express. Me coloqué junto al ascensor confiada y la sonreí:
—¿R.B? –le pregunté con acento de un país del este, no sé por qué. Ella asintió extrañada–. El Dr. está enfermo. Soy su colega, la Dra. Latvia (no preguntéis tampoco por qué Latvia).
—Bonito nombre –me dijo.
Mi recogido improvisado, justo antes de ponerme las gafas de
feria, junto al ascensor
—Acompáñeme, mi consulta estar en piso de al lado.
La conduje a mi casa consciente de que acabaría en el trullo si me pillaban, pero quería salvarla, de verdad. La senté en la mesa camilla ocultando bien el brasero que la portera me ha dejado este invierno y le dije:
—Cuénteme.
—Hace tiempo que no vengo.
—Hase bien –expresión de sus ojos de no esperar mi felicitación.
—Es que... me he enamorado.
—Eso es adorrable.
—Pero sigo dudando de mí misma. Además, hago cosas raras de vez en cuando que me hacen pensar que no estoy bien.
Me tomé un instante para inventar algo bueno y convincente.
—Señorra, mi amigo Edberg me envió un filete de ternera por correo.
—¿Por qué hizo eso?
—Es artista. Quierro desirle que la gente hase cosas diferrentes y rarras y por eso mundo ser divertido u odioso.
—Qué interesante...
—Usted si ser interresante. Guapa. Insegurra, ¿por qué no? Más atrractiva. Hase cosas rarras: usted ser artista.
—¡Qué revelador!
—Usted irse de aquí con viento fresco, nunca volver, por favor. El Dr. tiene mucho trabajo y yo ocupada atendiendo a la clase política. Ellos sí tener problemas mentales.
La mujer quería quedarse avec moi y tuve casi que echarla. Al volver al salón vi 70 euros encima de la mesa camilla. Tuve tentaciones de quedármelos porque sabía que mi sesión había sido mucho más efectiva que todas las demás. Pero también sabía que aquella mujer había pedido un crédito al banco de Luxemburgo para pagar aquello
, así que lo metí en una caja horrenda de adorno del mobiliario de mis caseros, la até a un hilo de lana y lo bajé manejando el ovillo por la ventana hasta que llegó a la puerta del portal a la vez que salía ella. Miró para arriba y la saludé estrictamente. Abrió la caja y me preguntó con la mirada. A las dos nos brillaban los ojos y luego yo lloré ya dentro de casa porque me había dado fuerte con la persiana.

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