Pili ni siquiera recordaba su rostro "solo algunas pecas traviesas", me dijo, y el hecho de que andaba liada con un polémico crítico cultural le hizo pensarse si quedar con él o no. "Como seis horas me parecían too much, le dije que lo ajustábamos a treinta minutens porque estaba viviendo ahora con mi tía Reme, la del pueblo. En el propio pueblo. Aunque tú y yo sabemos que nunca he salido de esta ciudad". Le propuso quedar a tomar una horchata junto a la estación de autobuses (que Pili no había utilizado en la vida) para volverse luego al pueblo que no existía. A cuidar a la Reme. Que tampoco.
La conversación en torno a estas trolas se desarrolló de la siguiente manera:
Pili y el vendedor de utensilios durante la conversación en torno a las trolas, donde Pili se cambia de modelo y peluca varias veces |
Vendedor: Te llevaré luego al pueblo.
Pili: No, si está lejísimos.Vendedor: No tengo nada que hacer.
Pili: Yo sí. Acostar a mi tía.
Vendedor: La acostamos juntos.
Pili: Debo ir en bus.
Vendedor: Soy tu chófer.
Pili: (en el pensamiento: tú lo flipas) Debo usar el abono, que caduca.
Vendedor: Lo renovamos.
Pili: Una horchata y ya otro día, si eso.
Vendedor: Como veas.
Pili: Cristalino como el agua. Media horita.
Vendedor: Ya veremos...
Se encontraron en la horchatería. El tipo casi se cae de culo al ver su bronceado y Pili se llevó una grata sorpresa. Era fornido y decía disparates sin parar, justamente su tipo. Hicieron gárgaras y se metieron pajitas por las narices al estilo gilipollas, practicaron el moonwalker recordando la infancia y hasta hicieron el "ay que sí, que no, que síiiiii" al ir a darle el dinero al camarero por las horchatas.
Por principios y más bien por ocultar su trola inicial, Pili se despidió fastidiosa para irse al bus. Él insistió con lo de llevarla al pueblo, pero ella, que no. (¡A dónde iba a llevarla!) "Pues te acompaño al autobús". Pili dudó si confesar que no había ni pueblo ni tía, pero su orgullo la hizo continuar hacia la plataforma cuatro, por decantarse por una.
El cielete vendedor no se le despegaba "¿Es ese?", la preguntó, y ella asintió sin más. VILLAMANRIQUE DE TAJO. "Ese es, tú vete, que ya me subo yo". "Quiero decirte adiós y verte ir. Es romántico". Tenía una sonrisa encantadora, por algo le compró el cortacanapés en su día, que era un churro.
Pili quería volver a verle, así que siguió con el teatro por no quedar mal y tuvo que subirse al bus hacia Villamanrique, pagar cinco con diez, y ponerse en la ventana para que Paco la viese bien.
El bus arrancó y ella mantenía una sonrisa de Gioconda que encerraba tacos muy fuertes y preguntas como "¿qué cojones hago aquí? o ¿Seré gilip...?"